Vicente Lorente cambió su Donosti natal por Madrid, pero en el camino se trajo algunos de los mejores productos de su tierra para abrir Meating, un lugar de encuentro para amantes de la buena carne. Tres años después de iniciar su aventura se traslada a un local mucho más espacioso donde su carta infalible ha encontrado una puesta en escena perfecta.
Hace casi tres años de nuestra primera visita a Meating. Había abierto en un pequeño pero muy acogedor local de la calle Villalar, y tenía por bandera una de las mejores carnes que habíamos probado en Madrid. El pasado octubre se mudaron al antiguo local que ocupara el terrible Le Garaje, en donde han ganado en espacio, comodidad y versatilidad, ya que además del restaurante cuentan con una amplia zona con mesas altas pensadas para el picoteo y la coctelería.
El espacio se articula entorno a un patio central que esperamos que en verano gane protagonismo,y sigue contando con esa sobriedad elegante, nada aburrida, y una excelente colección de arte en sus paredes, de la colección privada del restaurante, ahí es nada. Y se agradece, en medio de esta explosión decorativa de algunos restaurantes un lugar donde la cocina sea protagonista y el lugar acompañe {y no a la inversa}
La barra central, con picoteo al más puro estilo donostiarra.
La sala es cómoda, sin excesos decorativos, muebles de madera y pequeños detalles que la convierten en un lugar apetecible y amable.
La zona de coctelería, junto a la barra. La próxima vez probaremos sus cócteles.
Antes de pasar a lo que comimos, dos consideraciones:
La primera, que los productos aquí tienen DNI, responden a esa pregunta tan de mi pueblo de «¿Y tú de quién eres?». Obviamente toda la materia prima lo tiene, pero en Meating se han preocupado -y se agradece y se nota- en buscar a pequeños productores de País Vasco y Navarra, que trabajan con mimo en productos excelentes, que el camarero te presenta como si fueran parientes. La carne la sirve Imanol Jaca, de la mítica carnicería donostiarra de Don Serapio. Y junto a la protagonista carnívora, excelentes verduras: alcachofas de Tudela, habitas y guisantes de la misma Guetaria, puerros y acelgas de Goiherri, o las sensacionales borrajas de la ribera navarra. El único secreto, que se recolectan en el mejor momento de la temporada, así que la propuesta verde va cambiando al ritmo de la huerta.
El pescado -que también tiene su huequito- proviene del puerto asturiano de Luarca…
La segunda consideración es sobre cómo se tratan estos súper productos: con sencillez, sin apenas vestirlos de otros ingredientes que no sean el aceite de oliva y la sal en el caso de las verduras, en su punto de cocción adecuado. La sofisticación está en la calidad, no busquen otra cosa.
Aperitivo de toda la vida: patatas chips caseras, fritas en aceite de oliva. Muy ricas, nada que ver con las de bolsa por muy buenas que sean.
Alcachofas de Tudela, perfectas de punto, con un chorrito de AOVE.
Borrajas, huevo pochado y jamón ibérico, sencillo y sensacional plato.
Steak tartare, cortado a cuchillo en el momento de servir. Carne sabrosa, buen corte, el aliño quizá un poco suave {por poner una pega}. Descubrimos que la carne puede ser esponjosa!
Las súper patatas fritas. Todavía recuerdo que Vicente nos contó en nuestra primera visita que las hacen con doble cocción: la primera a temperatura más suave en un AOVE con personalidad, para ganar en sabor, la segunda con virgen extra más suave y a fuego alto para conseguir el crujiente. En mi humilde opinión, entre las mejores en el mundo patateril madrileño.
Lomo bajo de vaca, tierno, sabroso y con un punto perfecto. Tres virtudes que debería tener toda buena carne pero que no siempre aparecen juntas.
Acompañando a la carne una ensalada de lechuga y cebolla cultivadas en el Monte Igueldo {Donosti}. Pocas lechugas tan sabrosas como estas me he comido en los últimos tiempos: de huerta real, cultivadas con tiempo y cariño y tristemente en extinción en los mercados…
Interesante bodega, toda de vinos nacionales. Hicimos dos estupendos descubrimientos: el primero, Negre 2011, un Priorat con carácter que se dejaba beber de maravilla.
El segundo, sin irnos muy lejos del anterior, LaFou, un más que recomendable tinto con garnacha, syrah y la local morenillo, de Tarragona, de la D.O. Tierra Alta.
Chocolate {Valhrona 90%} acompañado ligeramente de naranja. Un clásico muy bien interpretado.
Le siguió la torrija cremosa elaborada con brioche. Un buen final.
Un servicio amable y la atención personal de Vicente, hacen el resto. Sin duda un restaurante al que volver.
MEATING
Valenzuela, 7. Madrid
Las fotos, un días más, de David.
Me acabo de enamorar de este lugar…y como dices no solo por la decoracion, sino por la comida. Me parecen platos de siempre pero con una buena presentacion. Un placer encontrar restaurantes con borrajas en sus menus. Lo apunto para cuando me escapé por alli.
Es un sitio muy recomendable, no dejes de ir…